jueves, 21 de diciembre de 2006

Me atrevería a rogarle que me hiciese el prólogo






Moguer, Junio 2 - 900


Sr. D. Rubén Darío


Maestro y amigo muy querido:
Supongo en su poder una carta mía, en la que le daba cuenta de mi regreso de Madrid; aún estoy delicadísimo del pecho y la cabeza.
Por este mismo correo y en paquete certificado, remito a V. mi libro Ninfeas; las últimas poesías van aún en primeras pruebas; no he querido esperar más, pues se va prolongando mucho la saliva de mis libros. Encontrará V. algunas poesías nuevas, desconocidas para V..
Ahora, me atrevería a rogarle que, me hiciese el prólogo, lo más brevemente posible; si no tiene tiempo, hágalo corto o, en verso o como crea más fácil y pronto, evitándose molestias; pero no deje de hacerlo, que colmará V. de ese modo mi ilusión de muchos días. En la imprenta está suspendida la tirada del libro, esperando el prólogo, para tirar las primeras páginas y el índice, arreglándose a la cantidad de cuartillas que V. me remita.
Tengo grandes deseos de que salga pronto mi libro, pues tengo ya otros dos en preparación; en el que lo tiro todo es en Besos de Oro libro que honraré con la dedicatoria a V. tiene dos partes; una llamada «Bruma» en donde irán las poesías de ensueño y de dolor y de nostalgias; y otra, titulada «Luz» que estará formada por las poesías cerebrales, fábulas mitológicas, etc.; una parte de plata y otra de oro.
También trabajo en El poema de las Canciones, de cuyo libro forman parte «La Canción de la Carne» y la de los «Besos» que van en Ninfeas.
Ya remitiré a V. originales, para que vaya V. conociendo los nuevos libros; brevemente enviaré a V. El jardín de los cipreses y El Palacio negro, poemas de Besos de oro. De hoy en adelante, mis libros no llevarán prólogos; quiero que el de V. en Ninfeas sea solamente mi presentación.
Vuelvo a rogarle que, sin violentarse me haga pronto el atrio, bien en prosa, bien en verso y como V. quiera y crea más conveniente y rápido.


Un abrazo estrechísimo de su apasionado admirador y amigo.


Juan Ramón Jiménez
4c. Cánovas. - 10 Moguer
(Huelva)




sábado, 16 de diciembre de 2006

On són, els boigs?

“Diantre, si n'és, de flaca, la nostra raó! El senzill propòsit d’anar a visitar un manicomi ja m’havia fet veure, tota la tarda, boigs pertot arreu, boigs i res més. Dins de l’establiment, ¿quants n’havia sorprès, en substància? Tres, amb prou feines. I, malgrat això, quina pertorbació, en el meu enteniment, quan veníem de retorn! M’embrancava en filosofies per descobrir on acaba la raó i on comença la demència, i em feia uns embulls que...Déu me'n guard, d’explicar-vos-els! Era un desvari, i el pitjor del cas es que totes les meves conclusions m’empenyien a confessar que tots som boigs, que l'única diferencia a que ha d’entendre la patologia consisteix en la duració, intensitat i freqüència dels arravataments. “

“Bé és veritat que, ara que estic serè, amb aquest inclusiu m’ho explico: tot dependrà de la serenitat o la pertorbació del metge en aquell moment. Heu tingut un disgust, vos heu enutjat. Entreu en una sobreexcitació prou accentuada perquè algú s’alarmi. Criden un metge. Vos toca el cap, vos fa preguntes...Ja haveu pres un bitllet de la rifa: segons la sort, vos tocarà viure a la torre, sense lesió i tot. Al cap d’unes quantes hores d’ésser al manicomi ja ningú us creurà mes savi que els altres, ni vosaltres mateixos tampoc. Perquè (creieu-ho) l’alienació es encomanadissa. “

On són, els boigs? Narcís Oller

jueves, 14 de diciembre de 2006

La cuestión transparente

No ha dos días que un señor orador apellidó en el Estamento de Procuradores a la cuestión de los empleos «cuestión transparente», porque detrás de ella, por más que se quiera evitar, siempre se ven las personas. Nosotros pensamos lo mismo. Hay expresiones felices que nunca quedarán, en nuestro entender, bastante grabadas en la memoria. Cuánto sea el valor de estas expresiones, dichas en tiempo y lugar, no necesitamos inculcárselo al lector. Felices son por lo bien ocurridas, felices por el apropósito, y felices, en fin, porque hacen fortuna. Estas expresiones, de tal suerte dispuestas y colocadas, suelen ser el cachetero de las discusiones, la última mano, la razón, en fin, sin réplica ni respuesta. Después que un orador ha dicho en clara y distinta voz que el Pretendiente es un faccioso más, ya quisiera yo saber qué se le contesta. Cuando un orador suelta el «mal aconsejado», el «inoportuno», el «cimiento» y la «rama podrida», ya quisiera yo que me dijeran hasta qué punto puede llevarse la cuestión en cuestión; y si hay oradores, si hay epítetos y adjetivos, si hay expresiones felices, hay cuestiones que no lo son menos. Una cuestión, cuando es una simple cuestión, es una cuestión y nada más. Pero hay cuestiones de cuestiones. Las hay espesas y de suyo oscuras y enmarañadas, al trasluz de las cuales nada se ve; puédese escribir encima de ellas non plus ultra: nada hay más allá. Entre éstas pudiera muy bien clasificarse la de los derechos sociales. ¿Qué se ve al través de esta cuestión? Nada ciertamente: algún «visto», algún «veremos», o por mejor decir algún «no veremos». La de la libertad de imprenta. He aquí otra cuestión, oscura, negra como boca de lobo. Encima de ella ya se distinguen algunas prohibiciones, tal cual destierro; pero al trasluz, ¿qué se ve detrás? Absolutamente nada; como dice Guzmán en La pata de cabra, «sólo se ve que no se ve nada». La de la Milicia Urbana: he aquí una señora cuestión; ésta es más tupida que una manta. ¿Qué se ve detrás? Es todo lo más si confusamente se divisa por encima un reglamento, que se las puede apostar en enmiendas y fe de erratas al mismo diccionario geográfico. Es todo lo más si en la superficie se distinguen algunos miles de hombres sin fusiles, y multitud de fusiles sin hombres. Pero al trasluz nada. Semejante al retablo de maese Pedro, las pocas figuras que hay, todas están delante. Detrás ni aun Ginesillo de Parapilla y Pasamonte, que las mueve, se distingue.
Estas cuestiones, pues, oscuras y tupidas, no valen nada. Las grandes cuestiones son las transparentes. La de los empleos, por ejemplo: he aquí una cuestión de pura gasa. Aquí es donde se ve claro: detrás de ella no se necesita lente para echar de ver los empleos, y no tamaños como avellanas; el más pequeño aparece a guisa de prodigio microscópico, más grande que nuestra misma libertad, y en punto a tamaños no hay más que ponderar; pues aun se ve más, porque detrás del empleo se ve a lo lejos (un poco más en pequeño, es verdad) al hombre, pero se ve. ¡Qué no se divisa detrás de ciertos empleos, y no a ojos vistas precisamente, sino aun a cierra ojos! Se ven los empleados de los diez años; verdad es que apenas se ven los de los tres; pero, en fin, se ve; en una palabra, se ve que se ve algo; se ve que se verá más; y se verá, digámoslo de una vez, lo que siempre se ha visto; los compromisos, los amigos, los parientes... es el gran punto de vista: todo se ve. ¡Fatalidad de las cosas humanas! En las otras cuestiones anhelaríamos la transparencia. Y en ésta, en que se ve, nos hallamos precisados a exclamar: «¡Ojalá no se viera!».
El Observador, n.º 97, 19 de octubre de 1834. Firmado: F.

Olympic National Park, Washington, 1990



Imagen: James P. Blair


A mirror to a cloudy sky, Lake Crescent was created by the gouging of retreating Canadian ice sheets.


miércoles, 13 de diciembre de 2006

Paris, France, 1936


Imagen: W. Robert Moore


"Cafe-goers enjoy a pleasant afternoon in Montparnasse—Left Bank center of bohemian life in Paris."


Sarichef Island, Alaska


Imagen: George F. Mobley


The livid light of late October illuminates Shishmaref Inlet, located just 21 miles (34 kilometers) south of the Arctic Circle. The Inuit living in the village of Shishmaref may soon be the first refugees of global warming. Rising sea levels and the melting of permafrost are causing their island to quickly erode into the Chukchi Sea.